Bogotá:
Al aterrizaje, viniendo del DF, hasta podía parecer que uno llegaba a una
ciudad mediana. Una pista de aterrizaje entre árboles da la impresión de una
ciudad verde. Encerrada entre dos cordilleras, a 2400 metros de altura, Bogotá
es fría y hasta algo gris. Y es que se dicen que en Colombia la geografía
define mucho al colombiano. Cada vez más urbanizada, aunque con una
vida rural y de pueblo que pronto descubriríamos, las ciudades colombianas
parecen estar poco conectadas, aunque cada una con su particularidad. Dicen de
Bogotá que es caótica, de Medellín funciona bien y es elegante, de Cartagena,
la caribeña, que es la más hermosa y de las que más ritmo tienen-aunque parece
que difícilmente supera a Cali, la rumbera.
Bogotá
conserva un aire literario, teatral y musical. La Candelaria, su centro
histórico, se parece a una ciudad colonial, repleta de colores y bullicio. Es
un barrio misterioso, cuyos rinconcitos están escondidos: cafés literarios
repletos de hombres mayores , centros culturales, tiendas de comida orgánica y
museos se dispersan por las calles del barrio antiguo. Las calles se llenan de
niños saliendo del colegio, que se detienen a comprar obleas rellenas de
arequipe (el dulce de leche local), o cocadas de arequipe con coco. Es
misteriosa y un poco peligrosa, pero hay que saber llevarla, conocerla, con sus
contrastes y sus diferencias.
Norte
vs. Sur, como el mundo mismo, definen a esta ciudad geométricamente distribuida
entre carreras que van de norte a sur, y calles que van de este a oeste. Pasado
una cierta línea, el foráneo ya no es bienvenido, y es que a algunos barrios
los llaman "El Bronx", o la "Zona Roja, Santa Fe". Otros,
al norte, más apacibles para el viajero, se denominan "Zona Rosa" o
"Zona T". Los nombres lo dicen todo. Afortunamente, uno parece
siempre estar acompañado de un ángel de la guarda, ya sea otra extranjero o
mucho más comúnmente, algún colombiano generoso (hay muchos de esos,
muchos) que ayudan a uno a evitar meterse en la boca del lobo. Esos mismos
colombianos son los que hablan con orgullo de su país, y narran con detalles la
historia tan trágica y tan contemporánea que han vivido. Felices de
poder abrirse al mundo, y disfrutar de su propia cultura, el colombiano presume
y quiere ayudar al extranjero a sentirse a gusto.
Claro que
pasado una cierta hora, y en ciertas calles, el ambiente no es tan jovial y
simpático como en otras zonas. Un tanto oscuro e inquietante, uno aprende
a usar ese sentimiento escondido mejor llamado intuición.
Pero sin
duda, al llegar a Bogotá uno se da cuenta enseguida de lo que define este país.
Por un lado, está la música y aaaay, la danza. Aquí se baila de todo, salsa,
merengue, bachata, vallenato. Y como nos dijo un taxista, lo peor que te puede
pasar en la vida es sacar a una pelá a bailar y que no sepa moverse.
No pues, mejor te buscas otra enseguida! Aquí la manera de bailar
define a la persona, y sí que saben moverse. Música por todos lados, les
da ese carácter tan amable y simpático, tan alegre. Todos los
encuentros, por cortos o superficiales que sean, se terminan por un
"que estén muy bien", o un "felicidades", o un "son
muy queridas", o "muy tiernas" u otros miles de piropos que ni
agresivos ni asquerosos, resultan agradables. Bien hablados y
con increíble dominio de la lengua - y aunque nos queda mucho que
ver-, los colombianos sí parecen ser lo mejorcito de Colombia.
Lo que
más nos gustó: el barrio de la Candelaria, con sus centros culturales, comer
delicioso en Quinua y Amaranto, los dulces de arequipe, los cafés/bares
escondidos al subir un piso en callejuelas, el Museo Botero, el restaurante
Andrés Carne de Rés y sus decoraciones en Chía, la vista desde Montserrate y
las gente que conocimos allí, los taxistas de Bogotá y su conversación, el
restaurante Bandidos en la Zona Rosa y su música en directo y
ayyyy rumbear en el Gaira ! (el bar de Carlos Vives)
Recordad:
click en las fotos para hacerlas grandes
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Bogota, à l’aterrissage, et en venant de Mexico, on croirait presque qu’il s’agit d’une ville de taille moyenne. Quelle illusion ! La piste en tous cas,
est entourée de végétation et voilà bien une des caractéristiques de Bogota: c’est
une ville plutot verte. Enfermée entre deux chaînes de montagnes, à 2400 mètres
d’altitude, Bogota est froide, presque grise. Il paraît que la géographie
détermine bien les traits de caractère des colombiens. Trois cordillères (occidentale, centrale et orientale),
de grandes villes, très distinctes entre elles, et une vie rurale et
villageoise bourgeonnante que nous découvririons bientôt. On dit de Bogota qu’elle est
chotique, alors que Medellin est connue pour être belle et bien organisée, Cali
est le berceau de la salsa, et Cartagena, sur la côte caribéenne, est la plus
isolée et -dit-on-, la plus belle.
Bogota garde une atmosphère culturelle,
littéraire, théâtrale, musicale. Le centre historique de la Candelaria est
bouillonant, coloré, chaotique, et la nuit, mysterieux et presque un peu
dangereux. C’est le lieu de réunion des artistes et comédiens, des musiciens,
des voyageurs et des poètes. Hommages à Gabriel Garcia Marquez, musées, centres
culturels, cafés litteraires, petits restaurants-boutiques et autres petits
coins cachés derrière des portes en couleur rendent ce quartier intéressant à explorer, auprès des enfants sortis des collèges, une “oblea à l’arequipe” à la
main, cette sucrerie locale.
Nord vs. Sud, comme toujours finalement, sont les
axes qui divisent cette ville construite de façon géométrique. Passée une certaine rue, mieux vaut ne pas s’aventurer
dans les quartiers du Bronx ou de la Zona Roja. Les noms parlent par eux-mêmes,
et s’opposent à la Zona Rosa ou Zona T des quartiers du nord, bien plus riches.
Heureusement, les généreux colombiens sont souvent prêts à aider, et à indiquer au touriste perdu les zones à éviter, les rues qui deviennent
dangereuses la nuit. Tout ceci, melé à l’intuition de chacun, font de Bogota
une ville agréable et sympathique.
Les colombiens se montent plutôt heureux,
orgueilleux de leur pays, prêts à parler de leur histoire
douloureuse et si récente, curieux de connaître les étrangers, et ravis de montrer
leur nation. Voilà probablement ce qu’il y a de plus beau en Colombie. C’est ce qu’on dit, et
c’est déjà ce que je ressens. Ca, et évidemment, la musique, la salsa, le merengue,
la bachata, cette constante harmonie qui envahit tous les coins de rue, depuis la
boulangerie jusqu’aux salons en passant par les bus et les cafés. Tout le monde sait danser ici, et comme nous
disait un chauffeur de taxi, “le pire qui puisse t’arriver c’est de danser avec
une fille qui ne sache pas bouger, mieux vaut rapidement en trouver une autre,
car la danse, ça montre tout de suite le caractère de chacun !”. Polis et bien élevés, avec
une maîtrise parfaite de la langue espagnole, la plupart des colombiens sont
charmants et ont toujours un mot gentil et agréable pour ponctuer leurs phrases, un petit commentaire ou
compliment.
Ce qui nous a le plus plu à Bogota;
Le quartier de la Candelaria, ses centres
culturels, le restaurant Quinua y Amaranto, les gourmandises à l’arequipe, les
cafés cachés en haut des escaliers en plein centre, le museo botero, le
restaurant Andrés Carne de Rés et son décor à Chia, la vue depuis montserrate, les chauffeurs de taxi et leurs thèmes de conversation,
le restaurant Bandido Bistrot en la Zona Rosa, et aaaaah la rumba à Gaira Café,
ce bar qui appartient à Carlos Vives, dieu du vallenato colombien !
Cliquez sur les photos pour les voir en grand !
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©2014 Julie Cayrol. La Candelaria, Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol. La Candelaria, Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol. La Candelaria, Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol. La Candelaria, Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol. La Candelaria, Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol
La Candelaria, Bogotá. Museo Botero |
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©2014 Julie Cayrol. La Candelaria, Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol. La Candelaria, Bogotá. Amor por Gabo. |
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©2014 Julie Cayrol. La Candelaria, Bogotá.
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©2014 Julie Cayrol. La Candelaria, Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol. Bar el Mercantil, también llamado "el cafetito de allá". Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol. Bar el Mercantil, también llamado "el cafetito de allá". Bogotá |
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La catedral de sal, Zipaquirá |
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©2014 Julie Cayrol. Andrés Carne de Rés, Chía, cerca de Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol. Andrés Carne de Rés, Chía, cerca de Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol. Andrés Carne de Rés, Chía, cerca de Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol. Teleférico a Montserrate, Bogotá |
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©2014 Julie Cayrol. Vista desde Montserrate, Bogotá |
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