Un autobús nocturno donde no hacía más de 12 grados (¿?), una lancha de madrugada, y las habituales largas esperas del viajero en el lugar más impensable (en este caso una caseta de donde salían los barcos a Bocas- 5 de la mañana- Dos holandesas raras, un alemán tatuado, un par de panameños), nos llevarían a la famosa Bocas del Toro.
Este pueblo pseudo hippie/surfista/medio cool pero dejado, nos traería unas playas hermosas (todavía pasadas por agua- quién dijo que en el Caribe solo llovía de noche?), unos preciosos paseos en bici por la jungla, con cerca de 100% de humedad, unas fiestas a lo Spring Break en las que no aguantamos ni una hora, el peor hostal de nuestra vida (paso los detalles, COCONUT HOSTEL... toda una experiencia. Igual la próxima vez que no nos pidan el pasaporte habremos de sospechar algo raro. La suciedad del lugar y la peculiaridad de sus habitantes nos harían huir casi en plena noche tras haber dormido allí una, elaborando el gran arte de lograr dormir sin casi tocar las sábanas).
Pero lo que sin duda nos regaló Bocas del Toro fue la reconciliación con el fútbol. Recordemos que era época de Mundial, y yo, aquella que nunca ve un partido, que se avergüenza de que paguen tanto a gente por perseguir una pelota, me veía hasta divertida por este espíritu festivo y alegre que invadía cada pueblo de Panamá. La gran pregunta esos días, era saber qué narices había pasado con España, o que pasaría con México, o si los locales iban con Costa Rica o con Colombia. El punto y lo que unía a la gente, era que ganara algún país latinoamericano. Gritar 'Pura Vida' como hacen los costa-riquenses y acompañarles con ilusión en su canto por las calles, tener siempre tema de conversación con la gente más insospechada, que la televisión estuviera encendida retransmitiendo el fútbol en las casas más modestas...- me hizo reconciliarme con un deporte que en ese momento vi como forma de unión entre gente tan diferente.
La pasamos bien gritando 'Pura Vida', hablando con los locales, dejando que la humedad nos sacara el estrés, haciendo excursiones que permitiesen que los poquitos rayitos de sol nos tostaran la piel.
Sintiendo al fin la absoluta ligereza con la que nos veíamos la una a la otra. Sin una atadura. Con un buen bagaje. Y con toda la libertad.
En definitiva... Pura Vida.
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En lancha hacia Bocas. 6 AM.
© 2014 Julie Cayrol |
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La funky rastafari-bike
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Playa Estrella
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Paseos por la jungla
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Playa Red Frog
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Playa Boca del Drago
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Más selva
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Camino a Playa Paunch
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Cayo Zapatilla
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Esta quien es ?
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Y esta?
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En la terminal de barcos
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